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El reinicio

Siempre he temido el vacío y conforme todo se va llenando dudo si es preferible asfixiarse o ahogarse. Al menos no es estancarse. Me tiembla el párpado desde la primera bocanada de aire de la mañana. La ansiedad se ha convertido en el café , por eso descafeinado, con alguna que otra pastilla para controlar lo que las tormentas de ideas dejan marcado en mi piel. Ordeno mis cuatro paredes  antes de que se me vengan encima como si eso fuese la medicina para creer tenerlo todo controlado. Mentira. Hace mucho que no me veo. El reflejo que antes rehuía ahora me desafía cada vez que asoma de reojo. Ya no me juzga pero me mira con indiferencia y solo espero que no vuelva a ser otro tipo castigo. Últimamente me escribo y ahí es donde puedo percibir, donde me miro a los ojos sin necesidad de vista lanzándome al abismo de unas pupilas que solo ven incertidumbre. Tomo aire: ya no huyo de mi, vivo para encontrarme.

El sentir

Me rodea la mugre, el pelo crea una alfombra en el suelo que viste de lujo lo cotidiano. O eso es mejor creer. En sueños se me caen los dientes y de día no puedo parar de sonreír, aunque me sigue dando un poco de vértigo. Entonces me detengo, desde aquí ya no escucho el paso del tiempo, pero sí las heridas que vuelven a gritar. Todo se llena de una taquicardia constante, en ocasiones asfixiante. En el momento más incierto suena la alarma para hacernos dudar si algo fue realidad o sólo ojalás. Busco impaciente algo que detenga los chirridos de mis muelas cuando creo tener el control sabiendo bien que nada perdura si no es en la memoria y si no te piensas ¿existo? No estoy perdida me encuentro en cada persona que se atreve a mirar sin ojos. Tengo mucho que decir pero estoy aprendiendo a escuchar y ahora nos hablamos desde diferentes pechos cargados de vulnerabilidad porque el Amor nunca es una derrota. Las cosas están bastante mal afuera como para no valorar lo que llevamos dentro. Así q

Lo absurdo

  Todo es absurdo comenzando por nuestra constante necesidad de pensar, de no parar y no parar y no sentir lo suficiente. Desligarnos de nuestra esencia animal, como si eso no fuese una involución. Creamos conciencia a través del castigo en lugar de mostrarnos aprecio. Lo absurdo del frenesí, de las horas invertidas en ganar dinero vendiendo tu tiempo para comprar cosas que no necesitas. El momento no tiene precio. Absurdo el tiempo que no poseo para abrazar. No tengo transportes, ni en ocasiones destino porque todo lo que recorra, aunque parezca absurdo, lo deciden mis pasos. Desde una mirada a una conversación no hablada, que debió serlo, los cuidados que anhelamos son absurdos si residen en las carencias de nuestras idealizaciones. Decir te quiero a tu reflejo no es más que ego, amor. Convertimos en absurda la vulnerabilidad en lugar de tratarla como moneda de cambio en una sociedad que ya no recuerda su valor. Todo es absu

El epitafio

En salivas ajenas he encontrado el escupitajo de mi propio veneno.  Dando por hecho que nadie tiene que salvarme he cavado tumbas antes por si tropiezo de nuevo,  perdiendo la cuenta de cuántas veces he muerto  pero recuerdo todas y cada una de sus resurrecciones.  Creo que el peor castigo que se me puede otorgar es quitarme de las manos el resquicio de libertad que guardo en mis entradas, aunque suelo salir por las de emergencia.  En mis entrañas guardo señales de advertencia que desgravan mi calma: ya no me vendo al más sutil impostor que muestre un poco de empatía ante esta tortura cubierta de flores que trata de empañar las lágrimas pertenecientes a otros dolores.  No me detuvieron los peros,  mi cabeza ya me negaba cualquier atisbo de auxilio.  En ocasiones ruego que lo mejor que me puede pasar es nada,  a veces sólo necesito que todo lo que está, esté.  Pero ese milagro es efímero  cuando me encuentro buscando mis carencias en la nostalgia.  Ya no quiero las cartas que nunca me m

El capital

Escucho el tintineo  dinero dinero dinero  movimientos, personas, intereses, tiemblan los bolsillos, los comercios, las ropas dinero dinero dinero  principio de mes, un capricho, final de mes  injusticias, contaminación, deshielo,  dinero dinero dinero  abrazos, besos, polvos, los ojos, el llanto, los nervios  dinero dinero dinero  la ausencia, la distancia, el tiempo  se cierran las puertas y las bocas, se hunden los barcos  dinero dinero dinero  incertidumbre, confinamiento, miedo, ¿salud, amor?  dinero dinero dinero.

La utopía

 He pasado tanto tiempo aislada en mi cabeza  que al mirarme no sé cuándo soy,  como una foto de una desconocida.  Sólo me hallo en mis pupilas y en lo que dejaron escritas las lágrimas.  Por ahí me bifurco entre Ayer y mañana Y no y no y sé que no debo.  Al menos no como autoengaño.  Hace tiempo que mi cuerpo está anestesiado de mi,  ahogado,  con la tensión a flor de piel marchita  y el agua hasta el cuello.  En ocasiones confundo la utopía con la realidad.  Caigo en el bucle de una pesadilla que me quiere de rodillas y callada.  Bajo la justificación de "mal de muchos consuelo de tontos"  en lugar de deconstruir aquello de lo que pecamos,  e incluso llegamos a quejarnos.  Todo lo que predico pasa por el filtro de todas mis versiones,  ya somos bastantes discutiendo,  sino me callo: "si lo que vas a decir no es más bello que el silencio" -  cállate.  Y si lo que vas a decir va a amordazar la libertad de alguien, también.

La idealización

¿Cuánto es el tiempo de espera para que te olviden?  Si decides que me vaya, no te quedes tú.  Torturados a un pilla-pilla emocional en el que mis anhelos ya han muerto,  y yo persigo a mis recuerdos como un perro hambriento.  Nos reprocharon que con la comida no se juega y nadie nos habló de los sentimientos,  con la boca llena de remordimientos y llagas en la lengua: he besado ilusiones con menos veneno. Es que esas manos las carga el diablo Pero dispara la lengua y responde después   todas las preguntas que no he hecho y nunca haré Sólo necesitaba que te quedaras a entender que no puedo explicar las cosas del querer si no es queriendo, que desconozco más de lo que tengo y necesito muy poco: no te sientas afortunado cuando pido pues nada se me da peor que rogarle al destino,  en voz alta nada me sale bien.